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  • Foto del escritorSalvador Sánchez Rodríguez

“ser tú mismo” la mayor mentira de nuestra era

A finales de los años 70 y principios de los 80 tomó fuerza la idea de “ser tú mismo” buscar ser único, porque solo el “yo” importa. A diario somos bombardeados con una sola idea: la de “ser único”, “ser auténtico”. Pero en la realidad, existen tendencias en twitter o comunidades que se expresan de una u otra manera, lo que demuestra que el ser humano es ente social que si se aísla y vela solo por sus intereses se autodestruye llevando a cuestas a las personas cerca.


Algunos antropólogos coinciden que el inicio de la civilización se da cuando una persona se toma el tiempo de cuidar a otra que se encuentra lastimada o enferma, es relevante este hecho porque al ser recolectores y cazadores tenían que permanecer más tiempo en una región, exponerse a ataques de otros grupos o de animales o simplemente a qué el alimento se terminará, todo por la espera de que la otra persona recobra sus fuerzas para continuar su camino.

Sería fácil culpar a las redes sociales o las consecuencias del encierro por la COVID-19 por traernos a este punto, aunque estos factores no son los detonantes, convencernos de nuestra individualidad ha sido un trabajo sistemático y de mucho, mucho tiempo atrás. Para el filósofo coreano Byung-Chul Han hemos llegado a tal grado que nos hemos convertido en “la sociedad del cansancio”, convivimos en un sistema basado en la autoexplotación de la propia identidad que nos ha conducido a un estado depresivo y de agotamiento estructural.

Hoy en día, es tan común hacer mención del déficit de atención que parece describir una actitud ante la vida, centrados en nuestros propios intereses y negando las necesidades del otro. Lo que era una enfermedad clínicamente reconocida, ha pasado a ser, en el mejor de los casos, una consecuencia de la aceleración, hiperactividad, multitarea, distracción y procrastinación de nuestro día a día.

En este punto, te has de preguntar ¿Por qué “ser tú mismo” es una mentira? Aunque la respuesta no es cosa sencilla e involucra un gran número de alternativas, la principal es por que este desgajamiento, la segregación, nos convierte en una masa fragmentada que nos vuelve vulnerables, que nos conduce a un mundo de ilusiones, la ilusión de la libertad, de la democracia, de la historia, de la felicidad y hasta de la belleza; es decir, puedes “ser tú mismo” si y solo si cumples con lo preestablecido.

Así pues, un ejemplo muy sencillo es: en un mundo donde “ser tú mismo” es la regla, eres condenado si eres demasiado culto, demasiado inteligente o demostrar un exceso de carácter o de seguridad en sí mismo; ser irascible o apasionado y vehemente, está mal visto también. Ser entusiasta está mal, ser creyente está mal, ser celoso o fogoso está mal. Todo debe ser tibio y suave, ser políticamente correcto lo es todo. Nadie se arriesgaría a entrar en conflicto por defender lo justo o lo verdadero si se sabe que alguien, especialmente una minoría, se quejara.

"Ser tú mismo" no es solo un problema individual, se convierte en algo que abarca pueblos enteros que gracias a la explotación mercadológica nos hace perder nuestra identidad y nos hace víctimas de otro tipo de colonialismo, el de las marcas, esa explotación nos da valor e identidad ilusorias según nuestro consumo y cuando queremos revertirlo caemos en los extremos que se ve reflejado en la política, la economía y la propia cultura. Es decir, se necesita sufrir un verdadero desastre para emprender una acción colectiva que nos permita buscar una solución de lo contrario nadie se interesa por el otro.

Entonces se vuelve necesario dejar de hacer la pregunta ¿Qué necesito? Y comenzar a preguntar ¿Qué necesitas de mi? Tal vez no sea tarde para regresar a una vida de comunidad y terminar con el "primero yo…"

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